El cobro de la renta, las obras de reparación y mejora de una comunidad y, en general, todo lo que supone la gestión de una finca requiere demasiada dedicación para los propietarios de las viviendas.
En la mayoría de las fincas hay dos grupos de personas numerosos y diferenciados, por un lado las parejas jóvenes y por otro las personas mayores. Ambos se encuentran limitados o bien por tiempo o bien por desconocimiento de estas labores.
Por lo tanto, se acaba planteando la opción de contratar a profesionales externos para gestionar el patrimonio común.
Indudablemente, se trata de una actividad que requiere del manejo de cuestiones tan diversas como trámites legales, aspectos técnicos, seguimientos contables y financieros, detalles arquitectónicos y urbanísticos, entre otros servicios.
La falta de profesionalidad en el desempeño de estas labores y la incapacidad del administrador para solucionar problemas eficazmente es lo que motiva a los vecinos a Cambiar de Administrador.
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